Gloria Giménez, nacida en Barcelona, es licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona y Especialista en Psicología Clínica por el Ministerio de Cultura de Madrid.
La técnica elegida es la de fotorreportaje analógico 35mm., película B/N Ilford y Kodak, trabajando exclusivamente con luz natural o ambiente sin manipulación ni potenciación del mismo, sin utilización de flash ni trípode y realizando la toma al total del negativo, para utilizar el encuadre original de la toma en el posterior revelado y dando siempre un contenido de intención previo a la toma tanto en el encuadre como en el concepto previo del disparo del documento fotográfico, aunque conservando las técnicas espontáneas del fotodocumentalista. Cámaras Nikon F-801-S y Leica CL. Revelado copia manual sobre papel baritado y posteriores copias numeradas de archivo-portfolio en impresión INK sobre papel 100% algodón.
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"Resulta curioso que sus expresiones más brillantes provengan de la metáfora o de los símiles. Cuando habla con pasión, de su gran afición, la fotografía, rápidamente establece la relación con la psicología, su devoción. Explica que los encuadres de los personajes que retrata le sirven para profundizar en la expresión, penetrar en las arrugas, los gestos, las miradas. Le seduce la creatividad. En el blanco y negro encuentra los colores para definir la ansiedad, la depresión, todos los trastornos de tipo psicosomático a los que se siente tan habituada. La fotografía puede recoger el gesto justo en el momento oportuno.
Las paredes de su consulta de la Rambla de Cataluña están llenas de piezas de pintura. No hay un camino unidireccional, no hay una verdad absoluta. El contraste, la lucha entre dos mundos, las dualidades reproduciéndose en el caleidoscopio vital son el único nexo de una personalidad inquieta, en evolución constante. Antes de decidirse por la psicología trabajó en el mundo de la informática y en el diseño de modas. Formó parte de la junta directiva de la Sociedad Catalana de Psicosomática de la Academia de Ciencias Médicas organizando durante ese periodo sendos congresos sobre psicología y medicina, cuerpo y mente, pensamiento y comportamiento. Se ha acostumbrado a alternar las terapias de tipo más cognitivo con las clínicas. Sabe que la sensibilidad se encuentra en jaque. Ella es la encargada de protegerla". (David Castillo. El Futuro en presente; AVUI,
8 de noviembre de 1992). |
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Por Fernando Arrabal. |
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"Entre seres y monumentos circula la mirada de unificación. La que sabe aunar lo que parece distante. La que consigue coordinar las vibraciones de la disparidad. La que se mira en el espejo del “perpetuum mobile”. La de la cámara y los escalofríos de Glòria Giménez. ¡Tanto presente y tanta verdad! Afrontándose en el flujo de imágenes, en la diversidad deformando y ¡oh milagro! secuencia. “Janus bifrons” del XXI! Espiritualidad y materia confundiéndose en la armonía de lo precario. Concierto amenazado por el tumulto de descubrimientos y reencuentros.
Cuando, en las calles, se contempla el carro del maiz y la paja del solitario. Mujer vestida de plañidera. Como si el destino la destinara al luto sin pausa. Pero de repente ya es otra. Cuando se pasea por el zoco y la autonomía. Cuando se divierte entre enaguas y talentos. Cuando compra joyas de oro o pepinos. El mundo místico y su magnificencia sabe ataviarse con una nueva belleza. La de lo cotidiano en ascuas. Con qué duende taconea Glòria Giménez en lo espiritual de las religiones. Distintas. Penetra a cuchillo y miembro en el misterio de lo esencial. De lo que tiene de auténtico la realidad y de hondo lo sagrado. Si la noción de “sacer” nació latina fue para que originara sacra y sacrum. Y para que la popularizaran los ritos. Con qué chulería se sitúa al margen del concepto de “bueno” y “malo”. “Sacer” es lo que no podemos tocar sin corromperlo. O sin corrompernos por los siglos de los siglos. Glòria Giménez, en sus fotos, trenza estas materias con lo inmaterial. Con qué postín y humildad confunde a las hienas de la historia. Su tiempo y su espacio espantan conceptos en el azar. La sombra y el desierto se le empinan en datos de sensibilidad. Felicita a a la felicidad con la piedra y la perfección. La invaden las imágenes en el terruño de ruinas y espejismos. No separa el ayer de hoy. Ni la sombra de la luz. Amén.
Las irradiaciones del esplendor transforman las imágenes de Glòria Giménez. Las convierten en rayos de luz. El arte es para Braque lo que hace de la herida luz. ¿Quién ha dicho que el mundo empezó en la mirada de un poeta? La realidad nació de la imaginación. Entre los ojos y los párpados de la violencia. Y del amor. Brotan los relámpagos del mundo. Afloran, fruto tanto de lo visible como de lo invisible. Entre la foto de Glòria Giménez y nosotros se oyen aullidos. Pero también un silencio de siglos. Hace de cada cliché una composición y sus cabañales. Todo canta según su propio ritmo. Tan seguro y tan secreto. Nos deshace los nudos del mundo y de los ombligos. Sin ruptura y sin trabas. Glòria Giménez fotografía para meditar. Para descubrir. Y por fin para ver. Inventa la evidencia cuando surge la plenitud del momento. Su arte se insinúa. Tenue y fluido. Por entre las grietas de nuestra subconsciencia. Oculto en lo profundo de nuestra memoria. Nos ofrece el escorzo del presente. Eterno. Glòria ." Fernando Arrabal. París a 30 de enero de 2003 |
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(Prólogo del Libro: Siria, fotografías de Gloria Giménez. Edit. Lunwerg.Barcelona 2004). Gloria Giménez | ||||||||
Si lo que entendemos por “realidad”
es inevitablemente la percepción de la realidad, mis fotografías
son el intento personal de fijar instantes de mi realidad que no quiero
sean devorados por el tiempo.
“Siria, una puerta al Mediterráneo”, no es más, pero tampoco, ni menos que frases de un largo dialogo con gentes, geografías, pueblos y culturas. Un viaje en el tiempo –desde mi primera fotografía en Oriente han transcurrido quince años- y también en la distancia; decenas de países repetidamente visitados; playas, niños, escuelas, inviernos, ancianos, desiertos, mujeres, primaveras, mezquitas, soldados, fríos, mercados, sacerdotes, montañas, pescadores, iglesias, artesanos, mares, cafés, ríos, pueblos, calores, amaneceres, piedras…la vida en su fuerza y plenitud. La idea de un Dios único, el nacimiento del cristianismo, el rezo del Islam, son para mí un viaje iniciático donde las tradiciones y rituales religiosos se entremezclan en un espacio de sombras y de luces; una secuencia donde cada imagen integra su significado en un dialogante mosaico. Y tal vez porque la psicología –mi otra profesión- me obliga a mirar al ser humano sin prejuicios, la fotógrafa –igual que la psicóloga- en un deseo de huir de la inevitable parcialidad que culturas y biografías nos pone en la mirada, intenta contemplar el mundo desprovista de etiquetas y recelos. Soy consciente de que el diálogo que precisa la obtención de imágenes comprometidas, al margen de las dificultades idiomáticas, solo es posible con el juego y la complicidad confiada, y a veces clandestina, de miradas entre los sujetos y la cámara que llenan mis fotografías. Por ello, quiero agradecer a los cómplices anónimos del pueblo Sírio su inestimable y generosa participación. No hay que olvidar que la más querida pieza de la cámara lleva el nombre de “objetivo”, un visor con pretensión de imparcialidad que filtros y angulares acostumbran a alterar y que me lleve a rechazar retoques y encuadres de laboratorio para primar la inmediatez.
Y dentro de esos paisajes a los que ya pertenezco, Síria ocupa un especial lugar en mi mirada; sus gentes, paisajes, la piel de sus piedras, sus luces y sus sombras, crepúsculos ancestrales y esperanzados amaneceres que me invitan a soñar uniones más allá del tiempo y las geografías. La selección ha sido un largo juego de amores y desamores para escoger las ciento treinta y nueve fotografías que componen “Siria, una puerta al Mediterráneo” que como todas las puertas es una esperanza a seguir nuestro romance a través del tiempo. Gloria Giménez. |
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